Intenté mimetizarme con mi entorno y parecer un ordenador (no os imagináis lo que es capaz de hacer el cuerpo humano en un momento de crisis), pero sin querer golpeé el Maximinizador ( Ver antpocalipsis ), que se disparó y lo sentí de lleno en el pecho.
¡¡¡¡Hurra!!!! Exclamé, todo era tan perfecto...Había logrado librarme de la limpieza, y hasta iba a tener dos días de vacaciones en lo que se recargaba el Maximinizador. Aun estaba celebrándolo cuando sentí unos golpecitos en mi hombro y escuché "Eres él, el que nos protege, es hora que libres junto a nosotros la ultima batalla". Me volví y vi como una pelusa bastante grande, escoltada por otras mas pequeñas estaba reverenciandome como a un dios.
Las pequeñas pelusas me contaron como había surgido una guerra civil entre las pelusas blancas y las pelusas oscuras por los intereses creados de alguna de estas ultimas; y como las pelusas blancas se habían visto desterradas de sus escondrijos y vagaban por la casa (de ahí deduje el motivo de la limpieza). Decidí ayudarlas con una condición: que las pelusas me hicieran unos pantalones de pelusas, porque hacia un fresquiviri intenso.
Las pelusas me hicieron una autentica armadura de batalla (comoda y calentita) y me condujeron por todos los rincones de la casa, derrotando a todos los jefes pelusas y restaurando el orden allí donde combatiamos.
Al final solo quedo uno.
Para este ultimo las pelusas necesitaban mi ayuda, ya que el Jefe Supremo poseía un núcleo de energía infinita que era capaz de eliminar la fuerza vital de seres inertes (cosas de la metafisica cuántica).
Nos dirigimos a la cocina ya que su fortaleza estaba esculpida detrás del frigorífico. Al llegar grité lleno de sed de sangre (o en su defecto de zumo de frutas del bosque): "Sal maldita pelusa sucia y enfrentate a tu destino" La monstruosa pelusa salió, y tuvo lugar la pelea mas brutal jamas contada, de la que me abstendré de comentar detalles por los lectores mas sensibles.
Al final prevalecí, y las pelusas en gesto de agradecimiento por la gesta cometida me regalaron el núcleo de energía infinita, y me nombraron con el mas alto honor: Señor de la mugre (titulo que ya me había otorgado mi madre en varias ocasiones anteriores).
Me despido de ustedes queridos lectores tratando de acoplar el núcleo al Maximinizador para acelerar su recarga, ya que debería hacer acto de presencia si no quiero enfrentarme a las penas del infierno.
Siempre Sabroso y Vuestro
Salsas
PD: quien quiera saber mas de las pelusas que mire aqui
mmm ¿Y la chispa vital? Porque a esta entrada le falta algún que otro empujoncito... :S
ResponderEliminarSaludos ;)
Guerras raciales, hasta en el mundo de las pelusas las hay.
ResponderEliminarCon mi mayor voracidad:
Carne