Señores, señoras, y hormigas mutantes, os escribo
las que pueden ser mis ultimas palabras. Me encuentro en un estado físico
lamentable, no he podido probar bocado
en días, y llevo sin lavarme mas de una semana.
Todo sucedió hace 3 días, cuando mis padres me dejaron solo y con la titánica labor de dar de comer a sus
hormigas mascota; yo como buen hijo, los ignoré enormemente, y me dediqué a
jugar a la Xbox, haciéndole menos caso al tema que un televidente de Telecinco
a un libro de poemas. Una vez entrada la
noche, descubrí que me había salido una
orquesta en el estómago, asíque me dirigí a la cocina y me comí todo lo
que encontré en la nevera para ahogar
a esos molestos seres diminutos:
Filetes, donuts, huevos cocidos,
Ketchup, huevos sin cocer, las hueveras, los cajones de plástico,
cables, tornillos y de postre el motor.
Una vez finalizada esta vorágine alimenticia, y mareado por el atracón
(presumiblemente por el motor en marcha), me di cuenta de que lo único que había
quedado era la comida de las hormigas, y como tenia que hacer tiempo para que
la Xbox se enfriase y volviera a su estado sólido, decidí dar de comer a los
artrópodos.
La tarea fue aburrida y tediosa, y apenas le di importancia, lo hice rápido
y mal, como todo buen hijo hace las tareas de la casa. Cuando terminé, al ver
que la Xbox no se había recueperado aún,
me fui a la cama; ignorando que había cometido un error de consecuencias
catastróficas.
Al día siguiente amanecí clavado a la cama, y note un sabor raro en la
boca; abrí los ojos, pero aun parecía de noche, solo que esta oscuridad se movía
y zumbaba. Concentrando mis esfuerzos me levante de la cama con un sonido
parecido al del velcro, me sacudí los insectos de los ojos, y tragué los de mi boca , ya que no había desayunado y
tenia hambre.
Aprovechando la coyuntura intenté salir corriendo de la casa, pero las
hormigas me cortaron el paso como una marea negra viviente, así que tuve que
retirarme y atrincherarme en la terraza. Una vez allí me di cuenta de lo que
había pasado: Tras una prolongada exposición a las radiaciones de los cuatro
ordenadores de la sala, las hormigas se habían vuelto súper inteligentes
(vamos, para lo que suele ser una hormiga), y en consecuencia de mi descuido de
ayer habían logrado la libertad.
Os escribo estas palabras porque
he planeado mi venganza, me he hecho
unos cuchillos con trapos petrificados y he encontrado dos botes de
insecticida. Tan solo pido que si no vuelvo, además de vengar mi
muerte, cada vez que veáis una hormiga en un parque, o cada vez que os encontréis con una en la piscina, asesinéis a
estos miserables seres con toda la crueldad que podáis.
Siempre sabroso y vuestro
Salsas
Me ha gustado mucho, incluso has conseguido que sonría (lo cual no es moco de pavo)
ResponderEliminarEl toque surrealista de la historia es de lo más refrescante.
Saludos ;)
Si consigue usté salir vivo de semejante situación, debería plantearse si no resultó todo de un elaborado plan por parte de sus progenitores...
ResponderEliminarSería estupendo ver un estudio que demostrase que la exposición a la radiación de los ordenadores estimula la inteligencia y que fuese aplicable en seres humanos!