miércoles, 21 de marzo de 2012

Ajedrez (I)


Rutina, con una palabra puedo definir los 24 años que llevo viviendo. Mi vida no ha sido más que una sucesión de tareas que se repetían una y otra y otra vez hasta la saciedad. No me quejo, es mi vida, la única que conozco y por ahora no me ha ido del todo mal. Hoy me preparo para otro día más, ya no me hace falta mirar el reloj, mi cuerpo ya sabe cuánto tiempo emplear en cada labor. Después de tantos años, es normal.

Mientras mi mente no está todavía funcional mi cuerpo comienza a trabajar por sí solo. Añade abundante mermelada a las tostadas que en breves momento voy a desayunar cuando un sonido conocido hace que mi mente tome otra vez el control del cuerpo, hasta ahora automático.

Era la puerta, alguien está llamando a la puerta, este hecho se había repetido pocas veces en el tiempo que llevo en esta casa, ya que tener una vida rutinaria supone no tener muchas visitas. Era un señor adulto ¿o era un chaval? Es difícil definir su edad, su presencia era sabia y antigua, solo con tenerlo delante podías sentir lo mucho que había visto y vivido, mucho más que cualquier otra persona. Pero sus ojos te decían otra cosa, eran de un azul intenso y miraban al mundo como si acabase de nacer y no reconociera nada de lo que hay a su alrededor.

-Bu... Buenos días, ¿Qué desea?- Dije casi susurrando, no era capaz de hablar más fuerte ante esa imponente presencia hasta ahora silenciosa.

- ¿Le apetece jugar, joven dama?- Dijo a la vez que sonreía, y con un leve movimiento hizo aparecer de detrás de su espalda un tablero de ajedrez tan precioso que no se puede describir con palabras.

Tengo que admitir que aunque rutinaria en mi vida siempre ha habido una pasión, el ajedrez. Varios títulos que adornan las paredes de mi casa dan fe de ello. Deje pasar a este imponente sujeto en parte porque nunca rechazo una partida de ajedrez, en parte porque no creía que fuese capaz de decirle no a cualquier cosa que pidiera.

Iniciamos la partida sin sobresaltos; empezó el con una Gruenfeld invertida que yo neutralice con mi jugada favorita la defensa Siciliana. A partir de ahí todo lo que sabía de ajedrez no me sirvió de nada, la partida  no duro más de 10 minutos que a mí me parecieron años, no era capaz de conseguir frenar el avance de mi contrincante. Cada vez que se suponía que había conseguido defenderme de su incesante ataque, en un segundo, él respondía dejándome más cerca del precipicio que antes. 


Mientras yo estaba sufriendo por no perder la cabeza mi invitado parecía no prestarle especial atención a la partida, se paseaba por la casa, abría tarros, miraba la nevera, los baños. Ni un perro policía hubiera registrado mejor mi casa. Esto no quiere decir que dejase de lado la partida de ajedrez, cada vez que yo acababa de realizar un movimiento el volvía y sin mirar el tablero cogía una pieza (parecía hacerlo al azar) y la colocaba casi sin interés en un lugar cualquiera, que me dejaba aun más contra las cuerdas. Al realizar el movimiento que concluyo en jaque mate mi contrincante abrió la boca por segunda vez.


-Aburrida y predecible, como tu vida- Dijo sin mofa alguna, como si estuviera diciendo una verdad universal.

-Juguemos otra partida, me has pillado desprevenida. Ahora no te será tan fácil.

-El resultado sería el mismo. Una partida aburrida y predecible. 

-Oye, has venido a mi casa con un tablero de ajedrez buscando con quien jugar ¿y ahora me dices que no quieres jugar? 

- Esta bien- Una sonrisa picara apareció mientras decía estas palabras- Hagamos un trato, jugaremos otra partida pero antes tienes que hacer una cosa por mí.

-¿Qué es lo que quieres que haga?

-Vive, y cuando vuelva a llamarte quiero que me traigas aquello que llevarías a cualquier parte-  Con un rápido movimiento saco una preciosa cajita del bolsillo de su pantalón- llena esta cajita con aquello que estaría siempre contigo. Si cumples tu parte del trato te prometo que jugaremos una partida que jamás olvidaras- Y volvió a sonreír.
 
Mientras decía esto iba poco a poco recogiendo el tablero de ajedrez, yo tenía mil cosas que preguntar, pero no podía, sus constantes y pausados movimientos me tenían hipnotizada. Hasta que se incorporo y me dio la espalda no pude romper este hechizo que me tenia fascinada, el ya estaba acercándose a la puerta, le seguí.

- ¿Lo que más quiera? ¿A qué te refieres? ¿Cómo voy a llevar algo en esta pequeña cajita? ¿¡¿Quién eres?!?- Dije persiguiendo a mi interlocutor que ya había iniciado una marcha que parecía imparable por muchas preguntas que se le hicieran.

- Jajajaja no te preocupes por eso joven dama, preocúpate por el hermoso día que hace hoy y en como lo vas a vivir!!

Estas últimas palabras solo las pude oír pues su figura había desaparecido ya de mi vista. Miro el reloj, si salgo ahora mismo todavía puedo llegar al bus que me llevaría al trabajo y a la rutina. Me siento y hago dar vueltas a la caja en mis manos, pensativa. ¿Hará frio en la India en esta época del año?



(La segunda parte esta noche)

Hortalizas ;)

3 comentarios:

  1. uoo uou uooooo una historia trepidante, quien será ese personaje enigmatico? un kvothe del ajedrez? chan chaaan chaaaaan a ver cómo acabará esto :P

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  2. Me gusta un montón el ritmo de la historia, ha conseguido engancharme! Enhorabuena pequeño hortalizas! =)

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  3. Bueno, no esperaba algo con este aire tan "serio" por aquí! Jajaja Tiene buena pinta, y me gusta cómo está escrito. Sí señor :P

    PD: Me he quedado pensativo con lo de la cajita, y sobre todo con lo del frío en la India... Me tienes intrigado! xD

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