lunes, 30 de enero de 2012

El llanto de Darwin: Las abejas.

Buenos días guisantitos.

Supongo, que en vuestra formación básica, habéis aprendido quien es Darwin.
Por si acaso no os acordáis os diré que Darwin era un señor muy majete y, para que engañarnos, con muchisimo tiempo libre que, en plena investigación geológica en las islas galápagos, pensó: "Buah, las piedras no hacen nada, no se mueven, no te dan la patita, ¡Ni siquiera tienen la decencia de saludarte educadamente!... Mejor me pongo a mirar pajarillos".
Y así fue como a través de la observación de los pinzones y, posteriormente, tirando un poco más del hilo postuló la famosísima teoría de la evolución Darwinista (Musica celestial*).

Según esta en todo ser vivo de manera aleatoria se producen mutaciones y apariciones de nuevas características que, en caso de ser beneficiosas para la supervivencia, se transmitirán de generación en generación mejorando la especie, una acumulación de cambios durante un largo periodo de tiempo propiciará la aparición de nuevas especies.

La evolución es sabia y la naturaleza muy selectiva, por lo que los seres vivos tienden a mejorar... casi siempre.
Exacto, en ocasiones la evolución nos mira con sonrisa picarona (tipo Troll) como diciendo: "Sí, yo, en mi infinita sabiduría, no he tenido nada mejor que hacer que crear seres con existencia mísera y que milagrosamente han sobrevivido".

Hay un ejemplo claro de esto.


Las abejas son nuestro primer caso. Hay que reconocer que son útiles por su producción de miel, la polinización de muchas especies vegetales y que destacan por ser los artrópodos con la organización social más compleja.
Pero la evolución ha sido cruel en un aspecto con estos seres: Su mecanismo de defensa.
La cosa va así: Tu estás tranquilamente el campo haciendo un picnic, cuando a uno de estos individuos le apetece ponerse a coger el polen de una flor cercana a ti. Tu lo miras y piensas: "Mírala que maja la abejita, voy a dejarla polinizar tranquila", ¿Y que hace ella? Se acerca a ti cual señora a un asiento libre de metro.
En esta situación tu te pones nervioso y, dejando atrás a tu familia, haces un: "Sálvese quien pueda" y corres con tu bocata en la mano a alejarte de la abeja.
Cualquier animal que le importe su supervivencia se quedaría tranquilamente polinizando ya que tu tío no solo no le has echo nada sino que además has huido. 
La abeja, lejos de esto, se toma tu huida como una amenaza y decide atacarte, es rápida y ágil y tus inútiles manotazos no hacen más que enfadarla y hacerla más agresiva en el combate, entonces en un descuido bajas tus defensas, sientes el gélido aliento de la muerte en tu espalda mientras la abeja se abalanza sobre ti y... "¡Ay! me ha picado"...
Un picotazo y una ligera inflamación, eso son los resultados del combate en el que parece que claramente has perdido ante un digno rival... ¿Digno?¿Perdido? Retomemos la batalla desde el punto de vista nuestro rival.

La abeja se ha abalanzado sobre ti, te ha apuñalado con su aguijón y, no contenta con eso, te lo ha dejado dentro... llevándose sus propias entrañas por el camino, y muriendo en consecuencia.

El resumen real del combate sería: tu: un picotazo y una ligera inflamación, abeja: muerte por destripamiento.

Porque así es, la evolución ha jugado así con las abejas ¿Porque no darle un aguijón venenoso e independiente de sus entrañas como tienen los escorpiones por ejemplo? No, mejor que paguen con su muerte el escozor que vas a pasar al echarte el "Afterbite", un precio totalmente justo.

En conclusión, la evolución es una zorra burlona e injusta que mientras a algunos les da venenos capaces de hacer que a sus víctimas se le salga la sangre de las venas a otros simplemente les da una chincheta autodestripante, como si fuera Takeshi Kitano en Battle Royale.

Con mi mayor voracidad:

Carne.



4 comentarios:

  1. Entradas de gatos, de protestas y de curiosidades biológicas, qué polifacético eres carne, es una buena combinación.

    En cuanto a la pregunta que has lanzado;
    En primer lugar, el veneno es un arma biológica muy potente sin embargo requiere altísimas cantidades de energías generar un veneno, renovarlo cuando está almacenado, renovarlo cuando se gasta (los escorpiones entran en un estado de inactivación durante días), además de la integración de todas las estructuras necesarias para su uso y disfrute. Esto se traduce en que la abeja reina no se puede permitir que sus esclavas utilicen su preciado néctar para preparar un arma que seguramente ni usará.

    Sin embargo, si que se puede permitir una única bala por esclavo, y si se mueren... qué más da? Tú también sabes que las abejas son parte de una sociedad en la que cada miembro vale lo mismo y la mayoría más que cualquiera (excepto la abeja reina que esa es la puta ama de todo y de todos).

    Está todo optimizado. Si doto a mis mineros (tengo miles de ellos) con un arma que al usarla ellos mueren, pero los posibles ladrones de oro huyen asustados con un bocata de chorizo en la mano, firmo por eso. Es más, si mueren mejor, ¿para qué quiero yo que un minero esté sacando todo el oro de mis minas si luego no va a poder defenderlo o está recargando su arma?

    Crujiendo tu rutina:
    Pizza!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, siempre puede pinchar e irse como hacen las avispas (vale, es un mordisquito pero pal caso) o pinchar varias veces. Porue no nos engañemos, el veneno de abeja es una puta mierda (a no ser que seas alérgico pero eso es arena de otro costal).

      Con mi mayor voracidad:

      Carne

      Eliminar
    2. Quizá no tiene la capacidad de hacerte salir corriendo con tu bocata si fuese un mordisquito, yo no sé cómo funciona el mecanismo de picado y de inyección del veneno de las abejas, no diría que al pinchar e irse siguiese siendo tan efectivo, (aunque no mate, molesta y si no por qué corres?)

      Eliminar